ESPIRITU DE LA OBRA

El mismo Padre Arnaiz lo explicó profunda y exactamente con el lema que dio a las Misioneras Rurales, inspirándose en una queja de San Pablo cuando escribe: -Todos buscan sus intereses, no los de Jesucristo" (Fil. 2,21) y a la que no cabe otra respuesta plenamente satisfactoria que dicho lema: "Todas buscan no sus intereses, sino los de Jesucristo". En dicha expresión se encuentran los elementos básicos de toda verdadera entrega y de un modo especial de la entrega apostólica.

Las que quieran formar parte de la Obra han de "buscar", esto es, "desear y elegir" como diría San Ignacio, pidiendo siempre la gracia, para sentir y realizar la santísima Voluntad de Dios.

"Buscan no sus intereses", en esta negativa están perfectamente resumidas las dos virtudes fundamentales: la abnegación o humildad de corazón y la mortificación en toda su amplitud y profundidad. En realidad no expresa sino el aspecto negativo de una tendencia positiva: la de buscar los intereses de Jesucristo.

En otras palabras: la preocupación única de todas las de la Obra, lo que debe embargar y orientar toda su actividad, ha de ser la promoción de los intereses de Jesucristo, desde el trabajo más material e ínfimo por los prójimos, hasta la máxima perfección en su unión con Dios, en todo lo cual no han de mirar ni el propio ni el ajeno provecho e interés, sino el interés de Jesucristo... Que es decir que esta Obra es para personas ardientemente enamoradas de Jesucristo, para quienes Cristo lo es todo.

Este enamoramiento intenso, continuo, creciente, es de quienes se saben y quieren ser esposas y vivir como a tales. Esposas son de Jesucristo las que se entregan en la Obra a la evangelización de los pobres desprovistos de asistencia moral y espiritual en los campos y suburbios. Lo son por el bautismo y por la gracia, como miembros vivos de la Iglesia, Esposa y Cuerpo Místico de Cristo. Coinciden con todas las asociaciones de tipo misionero y apostólico en ocuparse de los hijos, de formarlos y educarlos para Jesucristo, el Esposo Divino. Y de este concepto, entendido en toda su significación arranca todo el secreto de tan perfecta inmolación. No exigen nada, no se reconocen con derecho alguno; no exigen ni reconocen otro derecho que el de darse y darse precisamente al cuidado y en el cuidado de esos hijos. Cuando se puede y en cuanto se puede, que es decir cuando lo quiere el Divino Esposo, se están con Él a solas sin exigirle nada, sin presentar derechos a nada, prontas a complacerle en todo. La esposa con muchos hijos, ¿qué hará con el esposo que quiere estar atendido en sí y en ellos? ¿Dejará los hijos sucios, desgreñados, haciéndose daño, la comida descuidada, los vestidos sin componer para estarse a solas con él?... Ha de ser Cristo, el Esposo Divino, el que exteriormente llame por la obediencia a la esposa, e interiormente se entretenga con ella, dándole la sensación íntima y dulcísima de su presencia.

Toda esta doctrina práctica y vivida de la espiritualidad apostólica, que el Apóstol S. Pablo tantas veces repite, exigiendo la muerte perfecta del Apóstol de Jesucristo para que fructifique a través de él la vida, en la Obra ha de ser la sustancia y la médula de toda actuación individual, social y colectiva, es decir de cada una en sí misma, en sus relaciones fraternas y apostólicas y en la subordinación al conjunto de los trabajos. En la medida en que se compenetren de este espíritu, será más segura su vida interior y más eficaz su apostolado, más segura su perseverancia en la Obra y la Obra será más estable. De aquí depende toda nuestra estabilidad individual y colectiva, y no de ninguna otra cosa (hábito, votos públicos, reglamento celosamente observado,...) "Si el grano de trigo no muere…” (Jn. 12,24)

En la Obra todas deben estar dispuestas a carecer de Misa y recepción frecuente de sacramentos, además de otras privaciones de inferior orden en habitación, cama, ajuar, vestido, comida, etc., sabiendo también que no hay cuerpo de reserva o retaguardia, todas están en las trincheras peleando como pueden.

Las Misioneras Rurales, viviendo a conciencia esta espiritualidad y concepción del apostolado, sabiéndose esposas de Cristo aún viven con mayor plenitud, si cabe, la incorporación a Cristo. Son esposas, pero pertenecen a un mismo Cuerpo del que Cristo es cabeza y órgano esencial. Saben que son miembros más íntimamente vinculados a Cristo que sus miembros físicos, aunque de manera misteriosa, revelada por la fe. Y saben que siendo con Cristo un sólo Cuerpo Místico, no cabe otro Corazón, no puede haber otro Corazón que el de Cristo Jesús para todo el Cuerpo y para cada uno de sus miembros. Y así han hecho suya, carne de su carne, aquella grandeza balbuceada por San Pablo: "Sentid en vosotros lo que os corresponde como a miembros en Cristo Jesús".  Esta profunda, anchurosa, altísima consagración al Corazón Divino de Jesús, perdiéndose en Él, viviendo de Él, por Él, con Él y en Él, es la raíz de toda la actividad íntima y apostólica en la Obra. Con ella la Obra es posible y duradera. Sin ella la Obra es absurda e inconcebible.

El 25 de marzo, día de la Encarnación del Verbo en las purísimas entrañas de María Santísima, es fecha de solemnidad en la Obra; porque ese día, en Roma, María Isabel con las primeras misioneras determinaron vivir con el Corazón de Dios entronizado en sus corazones, con toda generosidad y deseos de plenitud divina y anulación propia manifestando con este acto el deseo de vivir conscientemente de esta realidad espiritual.

En la Obra cuentan con una tradición viva y escrita, y la convivencia en los trabajos apostólicos con las veteranas se ha demostrado más que eficaz para la compenetración teórica y práctica de las que van ingresando a la Obra de esta espiritualidad tan sencilla, realista y tan interior, toda de amorosa entrega en los prójimos a la mayor gloria del Padre Celestial en el Corazón del Hijo por la acción del Espíritu Santo.

CUERPO DE LA OBRA

La joven que quisiera ingresar en la Obra ha de estar resuelta a entregarse por entero a Dios N. S., con todo lo que es y tiene y vale. Su persona y sus bienes.

También se puede pertenecer a la Obra como auxiliares, en trabajos eventuales, con la condición de observar el horario de la comunidad y obedecer las disposiciones de la directora del grupo en el que se colabora.

Organización

La Obra tiene una Directora General vitalicia.

Para trabajar se dividen en grupos que tengan los miembros y elementos suficientes para llevar a cabo su cometido holgadamente. Cada vez que se asigna un trabajo, se nombra una directora de grupo.

La vida de comunidad está reglada, con un horario común de comidas, trabajo y descanso, así mismo la vida espiritual: diariamente una hora de oración, Misa y Comunión siempre que se pueda, media hora de lectura espiritual en común, oficio de las horas, rosario, media hora de examen entre el del medio día y el de la noche, preparación de los puntos para la meditación, letanías de los Santos. No se priva a ninguna de cuantos ejercicios piadosos desee, con tal que sean consultados con su Director Espiritual y la Directora y no vayan en detrimento alguno de lo que sea conveniente para nuestro apostolado. Una vez al mes hacen retiro y cada año Ejercicios Espirituales de ocho días. Fuera de los tiempos de misión se ocupan en su formación espiritual y humana, así como en el arreglo y compostura de lo que durante el curso no pudieran haber hecho. Durante las Doctrinas, Misiones, etc., no siempre se puede observar la fijeza de horas ni menos el tener las distribuciones en común.

Los medios económicos son los que cada una aporte al entregarse, todo cuanto tiene sin renunciar al legado familiar, y, además, los donativos y limosnas de amigos y bienhechores. El modelo fue y será siempre nuestra Fundadora, que puso todo cuanto tenía y lo gastó espléndidamente, entre los más necesitados, levantando capillas, escuelas, etc., en los pueblecillos donde evangelizaba.

Funcionamiento

Apostolados que se llevan a cabo: Doctrina, Misión, preparación para Visita Pastoral o Cumplimiento Pascual, Ejercicios Espirituales, etc., se determinan preferentemente por los sitios a donde no llega sino de tarde en tarde y con dificultad la acción del sacerdote.

Llevan todo lo indispensable para la casa y las actividades propias de su apostolado. Antes de ir han de asegurarse, si es posible visitándolo, y cerciorándose alguna personalmente, de que hay local a propósito para vivir, dar las clases y conferencias.

Como tienen privilegio de tener Capilla con el Santísimo Sacramento en los sitios donde habitan, lo primero que hacen es instalarla. María Isabel no descansaba hasta que tenía al Señor en la casa.

Después comienzan a visitar a los vecinos y a invitarlos a las clases gratuitas que se les impartirán, adaptándose a sus horarios y necesidades, también a conferencias de catecismo en días determinados. Se visitan los enfermos y se programa variadas actividades piadosas y culturales para que vayan conociendo y tratando con el Señor.

Así trabajan todo el tiempo necesario para que un buen grupo quede instruido y pueda ser fermento de vida cristiana en la población. Suelen terminar con una Misión general, procurando dejar algo establecido y en marcha que les ayude a perseverar para cuando las misioneras se ausenten del pueblo.

En los sitios donde se tuvo Doctrina, se procura volver a ser posible, unos días de manera esporádica, una Semana Santa, unos días al final o principio de curso, para mantener y renovar el fruto alcanzado.

 INSTANTÁNEAS DE LAS ACTIVIDADES DE UNA DOCTRINA

Talleres de manualidades y labores, teórico del carnet de conducir, clases de guitarra, taller de memoria, teatros y representaciones, visitas a enfermos, excursiones, catequesis, confirmaciones, misiones,...

PARA CONOCER DE CERCA ESTA VIDA PUEDES VENIR DE AUXILIAR

Conviviendo temporalmente (semanas, meses, cursos) con las misioneras en las Doctrinas, compartiendo nuestra vida y apostolado.