Se abre la causa de canonización de María Isabel González del Valle

¿Quién fue María Isabel?

María Isabel González del Valle fue la principal colaboradora del Beato Tiburcio Arnaiz S.I., y la fundadora, junto con él, de la Obra de las Doctrinas Rurales, Asociación de seglares consagradas, dedicadas a la evangelización y a la promoción cultural y social de las zonas rurales y barrios marginales donde es difícil la presencia del sacerdote.

María Isabel era una mujer de cualidades naturales exquisitas que hicieron de ella la persona adecuada para la misión que Dios en su Providencia, le tenía señalada.

De niña se mostraba viva e inteligente, zalamera, entusiasta, presumida y muy generosa, atenta y maternal con sus hermanos pequeños.

Al alcanzar la madurez, entre los 20 y 30 años (todavía antes de su conversión), sus hermanos y amigos la describían como una joven de atractivo extraordinario; en su círculo de amistades la llamaban «la reina». Le gustaba divertirse y disfrutar de todas las posibilidades que su alta condición social le permitía, con un corazón magnánimo, alegrándose de hacer felices a los que estaban a su alrededor a costa de su dinero y de su entrega. Su hermano destacaba que era caprichosa y tremendamente eficaz para sacar adelante sus ideas, pero no veleidosa, porque sabía lo que quería y por qué lo quería.

Tenía un corazón bondadoso, moldeado en una sólida educación y piedad cristianas, capaz de hechos verdaderamente heroicos, como el completo perdón que mostró a una de sus hermanas que había levantado una grave difamación contra ella. Perdón que movió a los demás miembros de la familia a seguir su ejemplo.

Esta fuerte personalidad comenzó a dar sus más preciosos frutos con una copiosa efusión de gracia sobrenatural y de la caridad divina. Fue en abril de 1920, en unos Ejercicios Espirituales hechos en Madrid con el P. Pedro Castro S.I., que durante la meditación de la Magdalena, se sintió invadida por el amor del Corazón de Cristo. De aquellos días contaba el mismo P. Castro: «Su alma se había rendido a Cristo y no de una manera ordinaria. A partir de aquel día pude observar en ella alientos singulares y deseos extraordinarios para desprenderse de todo, morir a todo por seguir a Cristo pobre. Limpia su alma con una detenida confesión general, su preocupación era comenzar cuanto antes, dejarlo todo y ver cómo y dónde se consagraría al servicio de Dios».

Con la resolución que la caracterizaba, visitó conventos y pasó horas ante su Señor Sacramentado… ¿qué querría el Señor de ella? Viajó de una parte a otra de la Península, según le iba indicando su director espiritual, hasta que el 17 de enero de 1921 se encontró en el locutorio de las Reparadoras de Málaga, con el P. Tiburcio Arnaiz.

María Isabel, desde el primer momento, “sintió” que ese era el director que Dios quería para ella, y a su vez el P. Arnaiz comprendió la valía humana de aquella mujer y el amor ardiente que bullía en su corazón. Con la dulzura y la exigencia de los santos fue puliendo el diamante que se le entregaba: un carácter tan fuerte como dócil, de ideas muy claras y fijas pero sin dureza de juicio, totalmente despreocupada de sí y atenta sólo a los grandes ideales.

Ya en esta primera entrevista, el Padre le propuso ir a la Sierra de Gibralgalia, cerca de Pizarra, a vivir con los serranos y como ellos, sin comodidad material alguna y, lo más duro sin duda, privada de los consuelos espirituales de la Misa y Comunión frecuentes. Nada la arredró y allí comenzó su primera «Doctrina» en enero de 1922, comprendiendo al instante que había encontrado su vocación.

A partir de entonces, fue la suya una vida de entrega sin reservas a su Señor, corta, pero intensa y heroica. Ni la polvareda de críticas y comentarios desfavorables que se levantaron en Málaga, por parecer aquella aventura fruto de un celo extravagante y peligroso. Ni la soledad en la que quedó tras la muerte del P. Arnaiz, ni las enfermedades que la irían consumiendo ni las pruebas interiores que la purificaron la hicieron dudar jamás.

Para conocer el corazón enamorado de María Isabel merece la pena transcribir el siguiente párrafo de su último director espiritual, el P. Juan Antonio Segarra S.I.: «Estoy convencido de que María Isabel no podía encontrarse en su sitio más que con esta vida de las Doctrinas Rurales. Y no es que le faltasen cualidades –que le sobraban–, para ser una madre de familia ideal o una religiosa observantísima en cualquier Orden en que Dios la hubiese colocado. Pero su espíritu lucidísimo y penetrante, su corazón volcánico y realista, su sentimiento finísimo de lo que exige el amor personal a Cristo, no le permitían descansar en ocupaciones pueriles, en pequeñeces y nimiedades… Se sabe y se siente esposa de Cristo, y comprende que toda la pena de Cristo, su Esposo, es por los hijos, y –uniéndose más estrechamente a Él– se preocupa de que esos hijos se acuerden de que son hijos y vivan como hijos y sean el consuelo de su Padre. No se niega nunca a cuidar de los hijos, ni se niega nunca a consolar al Esposo. Es fina y delicada en sus atenciones personales para con Cristo, pero no olvida que el amor de los amores del Corazón de Jesús son los hombres».

Con su ejemplo y generosidad, María Isabel arrastró a un buen grupo de jóvenes malagueñas a entregarse a este novedoso y necesario apostolado, trabajando por los campos de nuestra diócesis. El prestigio y el celo ardiente del P. Arnaiz las arropaba y animaba, y una vez faltó el santo jesuita, solamente la fortaleza y la entrega de María Isabel pudieron sostener y alentar a las que perseveraron en las Doctrinas. A las de aquellos tiempos y las que más tarde, a lo largo de un siglo, continuaron este hermoso apostolado por muchos rincones de España.

Un corazón de mujer prendado por el amor a Jesús, eso era María Isabel y sus ojos no veían sino al Amado de su alma, por eso al morir en la soledad, en la pobreza y la incomprensión, se sentía completamente identificada con Él, moría feliz de haberle entregado su vida.

No era “poesía” lo que buscaba María Isabel, ya se lo había manifestado al P. Arnaiz a los comienzos de su andadura misionera en aquella capillita de la Sierra de Gibralgalia en medio de una fervorosa Hora Santa que hacían los dos: «A mí lo que me pasa es que estoy enamorada del Señor».

Hna. Inmaculada Vila Morera
Postuladora de la Causa de Beatificación de María Isabel

Artículo publicado en la hoja digital «Diocesis Málaga»

Programa de Actos con motivo de la Apertura de la Causa de Beatificación de María Isabel -18 de noviembre 2023

POGRAMACIÓN DE ACTOS:

  • Viernes 17 de noviembre, a las 19 horas. En la Iglesia de la Aurora y divina Providencia. Antes convento de las Dominicas y hoy sede de la Hermandad de los Viñeros. Calle Andrés Pérez, 15

Conferencia sobre la vida y virtudes de María Isabel por Monseñor D. Alberto José González Chávez

  • Sábado 18 de noviembre, a las 11 de la mañana. En la iglesia del Sdo. Corazón de Málaga. Plaza S. Ignacio, 2

Acto de Apertura de la Causa de Beatificación de María Isabel González del Valle Sarandeses, fundadora junto con el P. Arnaiz de las Misioneras de las Doctrinas Rurales.

A continuación se celebrará una Misa de Acción de Gracias presidida por el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá Ibañez

  • Domingo 19 de noviembre, a las 11 horas en la iglesia de la Sierra de Gibralgalia

Santa Misa de Acción y visita al sepulcro de María Isabel

(Saldrá un autobús desde Málaga para todos los que quieran subir a visitar el sepulcro de la Sierva de Dios) llamar al número 639 44 95 02

«Aún vive una mujer, con más de 100, que conoció en persona a María Isabel González del Valle»

La Hermana Leticia, Misionera de las Doctrinas Rurales, y Antonio Eloy Madueño, director del Departamento para la Causa de los Santos, profundizan en el mensaje que María Isabel González del Valle sigue dando a los hombres y mujeres de hoy, y en el momento en el que se encuentra su causa de canonización. Aquí pueden escuchar el podcast.

Artículo publicado en la hoja digital «Diocesis Málaga»

Año Jubilar

Artículo del Boletín de las Misioneras nº38

La Sierra de Gibralgalia no es un pueblo más de la geografía española… No lo es para las Misioneras de las Doctrinas Rurales. Es la cuna de nuestra Obra, la primera aldea donde el Beato Tiburcio Arnaiz S.J., en 1922, envió a la Sierva de Dios María Isabel González del Valle, junto con algunas otras de sus dirigidas, para que se establecieran como unas vecinas más y desarrollaran un apostolado según su peculiar método de evangelizar.
Desde aquella primera «aventura» misionera, en la que María Isabel encontró definitivamente su vocación, nunca hemos dejado del todo esta barriada del campo malagueño. No lo hizo María Isabel, volviendo con relativa frecuencia en varias ocasiones para facilitarles el Cumplimiento Pascual y otras tareas apostólicas. Tampoco lo hicieron las demás misioneras que siguieron esta vocación.Leer más