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Abierta la causa de canonización de María Isabel González del Valle con otra buena noticia
El acto de apertura de la causa de canonización de María Isabel González del Valle, fundadora de las Misioneras de las Doctrinas Rurales, tuvo lugar el 18 de noviembre en la iglesia del Sagrado Corazón, en Málaga, en la que reposan los restos del P. Arnaiz. En dicho acto, el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá, hizo público que se ha aprobado el proceso de estudio del milagro con el que se pondría en marcha la canonización del beato P. Arnaiz.
En el templo donde reposan los restos de quien fue director espiritual de María Isabel González del Valle, y con quien fundara a las Misioneras de las Doctrinas Rurales, daba comienzo a las 11 de la mañana el acto apertura de la causa de canonización de la sierva de Dios, en su fase diocesana.
Tras la invocación del Espíritu Santo y la lectura de un fragmento de la exhortación apostólica del papa Francisco Gaudete et Exsultate, la postulafora de la causa, la hermana Inmaculada Vila Morera, hizo una breve explicación de los motivos y la investigación que se ha llevado a cabo desde el comienzo hasta ese día; después el secretario general canciller, Francisco García Villalobos, leyó el «Nohil obstat» recibido de la Sagrada Congregación para la Causa de los Santos en el que se especifica que no hay ningún impedimento para que se introduzca esta causa.
Se constituyó el tribunal para esta causa y cada uno de sus miembros aceptó la misión encomendada y juró llevarla a cabo según la normativa de la Iglesia. El tribunal quedó constituido por Federico Cortés como juez delegado; Antonio Eloy Madueño como promotor de justicia; Francisco Antonio Cervantes como notario-actuario y la hermana Inmaculada Vila como postuladora de la causa de beatificación.
Terminado el juramento, la postuladora presentó al Sr. Obispo la lista de testigos que serán interrogados con el fin de investigar los hechos y la fama de santidad de María Isabel y el acto concluyó con la firma del acta de todo lo vivido y recogido esa mañana, por parte de todos los miembros del tribunal.
D. Jesús explicó a todos los participantes en el acto la importancia de lo vivido y animó al tribuna y a las Misioneras de las Doctrinas Rurales a seguir con seguir trabajando con entrega y esperanza, además de invitar a todos los presentes a celebrar juntos la Eucaristía tras concluir el acto jurídico.
En la Eucaristía, presidida por un numeroso grupo de sacerdotes entre los que se encontraba el párroco de Gibralgalia, Hermán Marcel Lunar, participó también el coro de los Heraldos del Evangelio, entre los que se encuentran algunos familiares de María Isabel González del Valle.
En su homilía, el Sr. Obispo expresó que «siempre es bueno recordar las maravillas que el Señor ha hecho en María Isabel, en la obra de las Misioneras de las Doctrinas Rurales y en la persona y misión del beato P. Arnaiz» y agradeció a las hermanas su «entrega, personalidad, carisma misionero y tenacidad pues cuando comenzáis algo lo lleváis hasta el final».
Ante un templo repleto de fieles que se habían acercado a vivir en directo la apertura de la causa de canonización de María Isabel, D. Jesús Catalá hizo pública una noticia que acababa de recibir: «la aprobación del proceso de estudio de un milagro, sucedido en Zaragoza, con el que se seguiría adelante en la causa de canonización del beato P. Arnaiz. Ya ha sido estudiado por los médicos que no han encontrado explicación científica», a lo que los presentes respondieron con un sentido aplauso.
En la fiesta de la dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo, el Sr. Obispo pidió de forma especial por el papa Francisco y por la Compañía de Jesús que había acogido el acto con mucho cariño; y también para que «el proceso que hoy se abre siga su curso y podamos celebrar, un día no muy lejano, la beatificación de María Isabel».
Otros actos
Otros actos se han organizado con motivo de esta apertura: el viernes 17 de noviembre, a las 19.00 horas, en la iglesia de la Aurora y Divina Provindencia (Hermandad de Viñeros), tuvo lugar una conferencia sobre la vida y las virtudes de María Isabel, por Monseñor Alberto José González Chávez, biógrafo del P. Arnaiz; y el domingo 19 de noviembre, a las 11.00 horas, en la iglesia de Sierra de Gibralgalia se celebró la Santa Misa de Acción de Gracias y se visitó el sepulcro de María Isabel.
Desde Gibralgalia, su párroco, Hermán Marcel Lunar, explicaba en el programa EL ESPEJO DE COPE MÁLAGA, cómo se sentía la parroquia ante la noticia:
Artículo publicado en Diócesis Málaga
Tras las huellas de la Fe- Encuentro con las Misioneras de las Doctrinas Rurales
La Pastoral Universitaria de Málaga organiza este encuentro mensual, en clave de formación, testimonio y oración, con motivo de la Apertura de la Causa de Beatificación de María Isabel González, fundadora junto con el P. Arnaiz de las Misioneras de las Doctrinas Rurales.
Jueves 16 de noviembre a las 20:00h
Parroquia de la Natividad
(C/ Manuel de Falla, 1. Línea 2 de Metro: La Luz-La Paz)
Descargar cartel «tras las huellas de la Fe»
«Salvar almas como Tú las salvaste», conoce a María Isabel
Todo preparado en la diócesis española de Málaga para la apertura de la causa de canonización de la mujer que inició la Obra de las Doctrinas Rurales
Probablemente no la conozcas, pero estos días en Málaga, al sur de España, está sonando su nombre: María Isabel González del Valle Sarandeses. El 18 de noviembre de 2023 se abrirá su causa de beatificación.
¿Qué es lo que ha llevado a muchos a creer que esta mujer es santa? Su original estilo de vida, las huellas que dejó en los pueblitos que recorrió y su manera de entregarse al amar dan muchas pistas.
María Isabel nació en 1889 en Oviedo, en una familia muy numerosa, de clase alta, donde recibió una exquisita educación cristiana, y de joven vivió una época en Madrid.
Tenía muchas cualidades y una personalidad muy atractiva. Sus amigos llamaban «la reina» a esta urbanita a la que le encantaba la vida social.
Un cambio de vida
En unos ejercicios espirituales experimentó una fuerte conversión y decidió retirarse a Bélmez para buscar lo que Dios quería de ella. Así fue como en 1921 conoció en Málaga al jesuita Tiburcio Arnaiz, beatificado en 2018. Este sacerdote le propuso un original proyecto de evangelización en las montañas y zonas rurales.
Así que María Isabel se fue a vivir a una choza de la remota Sierra de Gibralgalia. Ella no era ninguna neorural entusiasta del senderismo y la quietud del campo. Su intención era evangelizar a las personas necesitadas que vivían allí.
Se sentía llamada a irse «por esos pueblos de Dios, con su casina a cuestas, dando a conocer a todos, el Padre que tenemos», escribió.
Y así empezó la Obra de las Doctrinas Rurales, una asociación de seglares consagradas dedicadas a la evangelización y a la promoción cultural y social en zonas apartadas o marginales, a la que María Isabel lo entregó todo.
«Salvar almas como Tú las salvaste»
Una frase, que forma parte de su consagración a Jesús, sintetiza su espiritualidad:
«Imprime con fuerza en mi corazón el deseo de salvar las almas como Tú las salvaste, con el sufrimiento, la humillación y el abandono de todos».
Ella, que había vivido en un palacio con servidumbre, deseó morir como Jesús. Y al llegar su hora, lo había dado todo para abrir escuelas y hacer apostolado. Y fue gracias a un donativo de los jesuitas que pudo pagarse el entierro.
La directora de las misioneras de la Obra de las Doctrinas Rurales, María Leticia Montero Granados, explicó a Aleteia que muchas personas aseguran haber recibido favores por intercesión de María Isabel, e invitó a pedirle ayuda para mejorar la salud, encontrar trabajo y cosechar frutos espirituales.
Patricia Navas – Artículo publicado el 06/11/23 en Aleteia
Málaga abrirá la causa de canonización de María Isabel González del Valle, evangelizadora rural
El 18 de noviembre la diócesis de Málaga abrirá solemnemente la causa de canonización de María Isabel González del Valle (1889-1937), fundadora de las Misioneras de las Doctrinas Rurales, que aún hoy realizan misiones de evangelización rural y atención a pobres y enfermos. La ceremonia tendrá lugar en la iglesia del Sagrado Corazón, en Málaga, donde reposan los restos del sacerdote jesuita y beato Tiburcio Arnaiz, que fue su director espiritual.
Hablar a todos de Dios Padre
María Isabel era de clase alta, asturiana, aunque vivía en Madrid cuando en abril de 1920, con unos 30 años, decidió, tras unos ejercicios ignacianos, dedicar su vida a Dios. Su intuición, la misión que creía que Dios le había encargado, era «ir con su casina a cuestas, diciendo a todos el Padre que tenemos».
Pensaba en ser misionera en países lejanos, quizá en las islas del Pacífico, cuando en Málaga conoció al padre Arnaiz, quien le habló de «una aldeílla cerca de Pizarra que es peor que el Japón», donde sus habitantes «viven como bichos», ignorantes de la fe. Así, en 1922 María Isabel González del Valle y otras compañeras subieron a la Sierra de Gibralgalia, en Málaga, fundaron una escuela y una capilla y así nacieron las Misioneras de las Doctrinas Rurales. «A mí lo que me pasa es que estoy enamorada del Señor», le dijo ella al sacerdote.
María Isabel, con amigos y parientes en Madrid, en la época de su conversión, con unos 30 años. Siempre tuvo fe, pero tras unos ejercicios ignacianos se convenció de entregarse a Dios.
La Obra de las Doctrinas Rurales nació como una asociación de seglares consagradas, dedicadas a la evangelización y a la promoción cultural y social en zonas apartadas o marginales donde era difícil contar con un sacerdote.
Ideas claras, volcada en grandes ideales
El padre Arnaiz se dio cuenta de la peculiar personalidad de liderazgo de María Isabel: «un carácter tan fuerte como dócil, de ideas muy claras y fijas pero sin dureza de juicio, totalmente despreocupada de sí y atenta sólo a los grandes ideales», detalla su postuladora, Inmaculada Vila Morera.
En Málaga muchos comentaron que aquella misión era una aventura extravagante y peligrosa. Cuando murió el padre Arnaiz, sintió soledad, y luego enfermedades y pruebas interiores, pero mantuvo su fe y vocación con firmeza. Su ejemplo mantuvo unidas y sirviendo a otras mujeres de la obra tras la muerte del beato Tiburcio.
Atender a Cristo y a los hombres
Su último director espiritual, el jesuita Juan Antonio Segarra, escribió de ella: «Se sabe y se siente esposa de Cristo, y comprende que toda la pena de Cristo, su Esposo, es por los hijos, y –uniéndose más estrechamente a Él– se preocupa de que esos hijos se acuerden de que son hijos y vivan como hijos y sean el consuelo de su Padre. No se niega nunca a cuidar de los hijos, ni se niega nunca a consolar al Esposo. Es fina y delicada en sus atenciones personales para con Cristo, pero no olvida que el amor de los amores del Corazón de Jesús son los hombres».
Ahora cobra fuerza esta causa de canonización con más actos en Málaga: el viernes 17 de noviembre, a las 19.00 horas, en la iglesia de la Aurora y Divina Providencia (Hermandad de Viñeros), tendrá lugar una conferencia sobre la vida y las virtudes de María Isabel, por Alberto José González Chávez, biógrafo del Padre Arnaiz; y el domingo 19 de noviembre, a las 11.00 horas, en la iglesia de Sierra de Gibralgalia se celebrará la Santa Misa de Acción de Gracias y se visitará el sepulcro de María Isabel.
Jesús M.C.
Artículo publicado en Religión en Libertad
Se abre la causa de canonización de María Isabel González del Valle
¿Quién fue María Isabel?
María Isabel González del Valle fue la principal colaboradora del Beato Tiburcio Arnaiz S.I., y la fundadora, junto con él, de la Obra de las Doctrinas Rurales, Asociación de seglares consagradas, dedicadas a la evangelización y a la promoción cultural y social de las zonas rurales y barrios marginales donde es difícil la presencia del sacerdote.
María Isabel era una mujer de cualidades naturales exquisitas que hicieron de ella la persona adecuada para la misión que Dios en su Providencia, le tenía señalada.
De niña se mostraba viva e inteligente, zalamera, entusiasta, presumida y muy generosa, atenta y maternal con sus hermanos pequeños.
Al alcanzar la madurez, entre los 20 y 30 años (todavía antes de su conversión), sus hermanos y amigos la describían como una joven de atractivo extraordinario; en su círculo de amistades la llamaban «la reina». Le gustaba divertirse y disfrutar de todas las posibilidades que su alta condición social le permitía, con un corazón magnánimo, alegrándose de hacer felices a los que estaban a su alrededor a costa de su dinero y de su entrega. Su hermano destacaba que era caprichosa y tremendamente eficaz para sacar adelante sus ideas, pero no veleidosa, porque sabía lo que quería y por qué lo quería.
Tenía un corazón bondadoso, moldeado en una sólida educación y piedad cristianas, capaz de hechos verdaderamente heroicos, como el completo perdón que mostró a una de sus hermanas que había levantado una grave difamación contra ella. Perdón que movió a los demás miembros de la familia a seguir su ejemplo.
Esta fuerte personalidad comenzó a dar sus más preciosos frutos con una copiosa efusión de gracia sobrenatural y de la caridad divina. Fue en abril de 1920, en unos Ejercicios Espirituales hechos en Madrid con el P. Pedro Castro S.I., que durante la meditación de la Magdalena, se sintió invadida por el amor del Corazón de Cristo. De aquellos días contaba el mismo P. Castro: «Su alma se había rendido a Cristo y no de una manera ordinaria. A partir de aquel día pude observar en ella alientos singulares y deseos extraordinarios para desprenderse de todo, morir a todo por seguir a Cristo pobre. Limpia su alma con una detenida confesión general, su preocupación era comenzar cuanto antes, dejarlo todo y ver cómo y dónde se consagraría al servicio de Dios».
Con la resolución que la caracterizaba, visitó conventos y pasó horas ante su Señor Sacramentado… ¿qué querría el Señor de ella? Viajó de una parte a otra de la Península, según le iba indicando su director espiritual, hasta que el 17 de enero de 1921 se encontró en el locutorio de las Reparadoras de Málaga, con el P. Tiburcio Arnaiz.
María Isabel, desde el primer momento, “sintió” que ese era el director que Dios quería para ella, y a su vez el P. Arnaiz comprendió la valía humana de aquella mujer y el amor ardiente que bullía en su corazón. Con la dulzura y la exigencia de los santos fue puliendo el diamante que se le entregaba: un carácter tan fuerte como dócil, de ideas muy claras y fijas pero sin dureza de juicio, totalmente despreocupada de sí y atenta sólo a los grandes ideales.
Ya en esta primera entrevista, el Padre le propuso ir a la Sierra de Gibralgalia, cerca de Pizarra, a vivir con los serranos y como ellos, sin comodidad material alguna y, lo más duro sin duda, privada de los consuelos espirituales de la Misa y Comunión frecuentes. Nada la arredró y allí comenzó su primera «Doctrina» en enero de 1922, comprendiendo al instante que había encontrado su vocación.
A partir de entonces, fue la suya una vida de entrega sin reservas a su Señor, corta, pero intensa y heroica. Ni la polvareda de críticas y comentarios desfavorables que se levantaron en Málaga, por parecer aquella aventura fruto de un celo extravagante y peligroso. Ni la soledad en la que quedó tras la muerte del P. Arnaiz, ni las enfermedades que la irían consumiendo ni las pruebas interiores que la purificaron la hicieron dudar jamás.
Para conocer el corazón enamorado de María Isabel merece la pena transcribir el siguiente párrafo de su último director espiritual, el P. Juan Antonio Segarra S.I.: «Estoy convencido de que María Isabel no podía encontrarse en su sitio más que con esta vida de las Doctrinas Rurales. Y no es que le faltasen cualidades –que le sobraban–, para ser una madre de familia ideal o una religiosa observantísima en cualquier Orden en que Dios la hubiese colocado. Pero su espíritu lucidísimo y penetrante, su corazón volcánico y realista, su sentimiento finísimo de lo que exige el amor personal a Cristo, no le permitían descansar en ocupaciones pueriles, en pequeñeces y nimiedades… Se sabe y se siente esposa de Cristo, y comprende que toda la pena de Cristo, su Esposo, es por los hijos, y –uniéndose más estrechamente a Él– se preocupa de que esos hijos se acuerden de que son hijos y vivan como hijos y sean el consuelo de su Padre. No se niega nunca a cuidar de los hijos, ni se niega nunca a consolar al Esposo. Es fina y delicada en sus atenciones personales para con Cristo, pero no olvida que el amor de los amores del Corazón de Jesús son los hombres».
Con su ejemplo y generosidad, María Isabel arrastró a un buen grupo de jóvenes malagueñas a entregarse a este novedoso y necesario apostolado, trabajando por los campos de nuestra diócesis. El prestigio y el celo ardiente del P. Arnaiz las arropaba y animaba, y una vez faltó el santo jesuita, solamente la fortaleza y la entrega de María Isabel pudieron sostener y alentar a las que perseveraron en las Doctrinas. A las de aquellos tiempos y las que más tarde, a lo largo de un siglo, continuaron este hermoso apostolado por muchos rincones de España.
Un corazón de mujer prendado por el amor a Jesús, eso era María Isabel y sus ojos no veían sino al Amado de su alma, por eso al morir en la soledad, en la pobreza y la incomprensión, se sentía completamente identificada con Él, moría feliz de haberle entregado su vida.
No era “poesía” lo que buscaba María Isabel, ya se lo había manifestado al P. Arnaiz a los comienzos de su andadura misionera en aquella capillita de la Sierra de Gibralgalia en medio de una fervorosa Hora Santa que hacían los dos: «A mí lo que me pasa es que estoy enamorada del Señor».
Hna. Inmaculada Vila Morera
Postuladora de la Causa de Beatificación de María Isabel
Artículo publicado en la hoja digital «Diocesis Málaga»