Málaga abrirá la causa de canonización de María Isabel González del Valle, evangelizadora rural

El 18 de noviembre la diócesis de Málaga abrirá solemnemente la causa de canonización de María Isabel González del Valle (1889-1937), fundadora de las Misioneras de las Doctrinas Rurales, que aún hoy realizan misiones de evangelización rural y atención a pobres y enfermos. La ceremonia tendrá lugar en la iglesia del Sagrado Corazón, en Málaga, donde reposan los restos del sacerdote jesuita y beato Tiburcio Arnaiz, que fue su director espiritual.

Hablar a todos de Dios Padre

María Isabel era de clase alta, asturiana, aunque vivía en Madrid cuando en abril de 1920, con unos 30 años, decidió, tras unos ejercicios ignacianos, dedicar su vida a Dios. Su intuición, la misión que creía que Dios le había encargado, era «ir con su casina a cuestas, diciendo a todos el Padre que tenemos».

Pensaba en ser misionera en países lejanos, quizá en las islas del Pacífico, cuando en Málaga conoció al padre Arnaiz, quien le habló de «una aldeílla cerca de Pizarra que es peor que el Japón», donde sus habitantes «viven como bichos», ignorantes de la fe. Así, en 1922 María Isabel González del Valle y otras compañeras subieron a la Sierra de Gibralgalia, en Málaga, fundaron una escuela y una capilla y así nacieron las Misioneras de las Doctrinas Rurales. «A mí lo que me pasa es que estoy enamorada del Señor», le dijo ella al sacerdote.

María Isabel en la época de su conversión, con unos 30 años

María Isabel, con amigos y parientes en Madrid, en la época de su conversión, con unos 30 años. Siempre tuvo fe, pero tras unos ejercicios ignacianos se convenció de entregarse a Dios.

La Obra de las Doctrinas Rurales nació como una asociación de seglares consagradas, dedicadas a la evangelización y a la promoción cultural y social en zonas apartadas o marginales donde era difícil contar con un sacerdote.

Ideas claras, volcada en grandes ideales

El padre Arnaiz se dio cuenta de la peculiar personalidad de liderazgo de María Isabel: «un carácter tan fuerte como dócil, de ideas muy claras y fijas pero sin dureza de juicio, totalmente despreocupada de sí y atenta sólo a los grandes ideales», detalla su postuladora, Inmaculada Vila Morera.

En Málaga muchos comentaron que aquella misión era una aventura extravagante y peligrosa. Cuando murió el padre Arnaiz, sintió soledad, y luego enfermedades y pruebas interiores, pero mantuvo su fe y vocación con firmeza. Su ejemplo mantuvo unidas y sirviendo a otras mujeres de la obra tras la muerte del beato Tiburcio.

Atender a Cristo y a los hombres

Su último director espiritual, el jesuita Juan Antonio Segarra, escribió de ella: «Se sabe y se siente esposa de Cristo, y comprende que toda la pena de Cristo, su Esposo, es por los hijos, y –uniéndose más estrechamente a Él– se preocupa de que esos hijos se acuerden de que son hijos y vivan como hijos y sean el consuelo de su Padre. No se niega nunca a cuidar de los hijos, ni se niega nunca a consolar al Esposo. Es fina y delicada en sus atenciones personales para con Cristo, pero no olvida que el amor de los amores del Corazón de Jesús son los hombres».

Ahora cobra fuerza esta causa de canonización con más actos en Málaga: el viernes 17 de noviembre, a las 19.00 horas, en la iglesia de la Aurora y Divina Providencia (Hermandad de Viñeros), tendrá lugar una conferencia sobre la vida y las virtudes de María Isabel, por Alberto José González Chávez, biógrafo del Padre Arnaiz; y el domingo 19 de noviembre, a las 11.00 horas, en la iglesia de Sierra de Gibralgalia se celebrará la Santa Misa de Acción de Gracias y se visitará el sepulcro de María Isabel.

Jesús M.C.

Artículo publicado en Religión en Libertad

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