Artículo del Boletín de las Misioneras nº37
Estamos a punto de entrar en el año 2022, en el cual cumplen cien años LAS DOCTRINAS RURALES. Humilde apostolado desde su nacimiento hasta hoy, llevado a cabo por un pequeño grupo de mujeres seglares consagradas, que alentadas por el carisma recibido del Beato Tiburcio Arnaiz S.J. y de la Sierva de Dios María Isabel González del Valle, y bendecidas por los Obispos de todas las Diócesis en las que han trabajado, llevan un siglo evangelizando a miles de personas de las zonas rurales y barrios marginales de España, donde la presencia de la Iglesia es más escasa y dificultosa.
Decimos humilde no sólo por los lugares de apostolado y la condición social de nuestros misionados, sino por la humildad de fuerzas empleadas, debido al corto número de misioneras y a los pocos medios materiales con los que han contado, en algunas etapas de verdadera escasez.
Las Misioneras de las Doctrinas Rurales, incluyendo a María Isabel, se reducen a dieciséis miembros difuntos que han perseverado en la Asociación hasta su muerte, y once que, con la gracia de Dios, quisiéramos perseverar en este precioso apostolado de evangelización temporal de zonas poco atendidas, viviendo como ellos, entre ellos, haciéndonos cargo de sus necesidades y desplegando una intensa labor catequética, cultural y caritativa, procurando vivir el lema que nos dejó el Padre Arnaiz: «Todas busquen no sus intereses sino los de Jesucristo».
Las 280 Doctrinas y 450 Misiones que nuestra Asociación ha llevado a cabo durante estos cien años, en veinticinco Diócesis españolas y en Larache (Marruecos) en la Almadraba del Atlántico, no hubieran sido posibles sin las casi doscientas Auxiliares (nombre que damos a las voluntarias que se ofrecen a trabajar con nosotras y como nosotras en las Doctrinas de modo eventual: días, semanas, meses o años) que han multiplicado nuestras fuerzas y que son parte integrante de nuestra Obra desde sus comienzos.
Tampoco hubiera sido posible esta bella labor apostólica sin la ayuda económica de tantos bienhechores que con su generosidad han sostenido, durante cien años, el apostolado y la atención cultural y social que ha desarrollado la Obra de las Doctrinas Rurales, que tiene la peculiaridad de no poder ser gravosa a nadie que se beneficie de sus trabajos: ni los misionados, ni los párrocos, ni los obispados de las Diócesis en las que trabajamos.
Pero, como en toda obra de Dios, los abundantes frutos espirituales recogidos con tanta pobreza de medios humanos, son sin duda gracias obtenidas por la oración y el sacrificio de miles de religiosas de clausura de toda España a las que, año tras año, hemos pedido ayuda para que Dios Nuestro Señor se dignara derramar abundantes bendiciones sobre las almas. Ellas son nuestra «retaguardia». Así mismo sin la abnegada entrega de muchos sacerdotes diocesanos y religiosos que en condiciones duras de pobreza y trabajos, han venido a las Doctrinas y Misiones a administrar los sacramentos a millares de personas sencillas y de buena voluntad, que a medida que iban conociendo al Señor sentían hambre de recibir las Aguas Vivas que brotan del costado del Salvador y que la Iglesia Católica lleva derramando veinte siglos por todos los rincones de la tierra.
Este año UNA PETICIÓN, a bienhechores, amigos y familiares: que os unáis a nuestra acción de gracias al Padre Celestial desde el Corazón del Hijo unidos en el Espíritu Santo, por estos cien años de evangelización, por el eterno descanso de todos los que los han hecho posibles. Y UNA ORACIÓN: para que las misioneras, que hoy seguimos esta preciosa vocación, seamos muy fieles al carisma recibido y sepamos transmitirlo, a muchas o pocas…, las que Dios quiera, pero siempre con fidelidad a la Iglesia y al espíritu de nuestros Fundadores.
Dios nos conceda a las Misioneras de las Doctrinas Rurales, que desde nuestra humildad, sigamos mostrando al mundo que el Reino de Dios está entre nosotros porque: «Los pobres son evangelizados» (Lc.7,22).